17 septiembre 2008

Sala de espera. Verano.


18 de agosto. Sur de España.

La sala de espera es pequeña y sin ventanas. Se accede a ella por un pasillo que recorre de punta a rabo el Centro de Salud.
Hace un calor de mil demonios. El edificio, una construcción barata, me imagino que con poco o nulo sistema de aislamiento, deja pasar, sin pedir credenciales, a la mayoría de los cuarenta y pico grados que se arrastran por la calle. Alguna mujer experimentada se ha llevado el abanico. El resto de los allí presentes, todos a la espera de que nos atienda el Dr. E, nos damos aire, o lo intentamos, con lo que tenemos más a mano, generalmente el papelillo de la cita. Nimia estrategia contra semejante calorón.

Aún tienen que entrar dos personas delante de mí. En el tiempo que llevo aquí, unos treinta y cinco minutos, me he enterado de la vida y milagros del hijo de una señora de vestido verde, de que el señor del bastón estuvo en el hospital esta primavera con una pulmonía que todavía colea y de que la madre de la dueña de la librería se está recuperando de una rotura de cadera. Me pongo a pensar en mis cosas mientras dos mujeres despellejan a una tal Vane en voz baja.
Pasa el tiempo…

Por fin me toca!!
- Buenos días Dr. E.
Entro decidida en la consulta y…
Pero esto qué es?! Si parece el polo!!

Hace un frío que pela. El chorro de aire acondicionado sale directamente dirigido sobre la mesa del facultativo.
Está helado, el chorro, el facultativo parece que todavía se mueve. El contraste con la sala de espera es… iba a decir bestial, pero creo que es más apropiado decir bochornoso, bochornoso de bochorno, vergüenza, desconsideración.

Siento frío. Me pongo las manos en los hombros intentando protegerme un poco del aire polar. Sólo vine a por unas recetas, pero mínimo salgo de aquí con un buen resfriado o una irritación de garganta.

El Dr. E. ve mi gesto pero ni se inmuta.
- Qué le pasa?
- Necesito recetas de esto y aquello
Interactúa con el ordenador y este escupe las recetas requeridas.
El Dr. E, en el que empiezo a apreciar rasgos de pingüino, firma y estira su brazo, dándomelas. Me pregunta si quiero algo más.
Le digo que no. Me levanto y me voy.

La sala de espera sigue envuelta en su calor infernal.
Me despido de los sudorosos pacientes y recorro el pasillo hacia la salida.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

parte del sufrimiento de la enfermedad está en tener que cuidarse

s

JoPo dijo...

alguien le tiene ke decir al doc E ke los contrastes son muyy malos y ke se le va a acumular el trabajo

supersalvajuan dijo...

en esos centros siempre pìllamos algo que no tenemos cuando entramos. a mí me da miedo.

Vive Malabar dijo...

Uyyyy, La verdad es que no soy para nada hipocondríaca y... menos mal!!! Porque tengo una conocida que sí lo és y situaciones como esa suponen para ella un reto. Seguro que hubiese empezado sintiendo el virus del aire acondicionado, y tras varios pasos, pidiendo que la ingresen en el hospital por algo muy chungo!!!

miquelet dijo...

A ese doctor le deberían hacer una reconstrucción facialsi fuera decente, ya que debería caérsele la cara de vergüenza cada vez que ve entrar a un paciente sudando como un pollo (nunca he entendido esta expresión: "sudar como un pollo". Nunca he visto a un pollo sudando, a no ser que esté dando vueltas en el asador).

Salud.

Valentina. dijo...

Amor es libertad.
Y en que al vida siga su curso mientras tú te quedas al margen.
Un saludo.

Jopo.
Y también habrá que decirle que cómo no se le cae la cara de vergüenza cuando sabe que los pacientes están esperando en semejante horno.
Besos.

Supersalvajuan.
A mí miedo no me da, pero que es fácil pillar algo si es cierto. Aunque solo sea por el efecto picaporte.
Un saludo.

Vive malabar.
Jejejej.
Realmente esa gente tiene un serio problema porque se lo creen de verdad y lo pasan fatal.
Un besín.

Miquelet.
Dejé la entrada a pelo, sin opinión personal, para ver por donde salían los comentarios, pero te aseguro que al entrar en la consulta ese fue mi sentimiento: No se te cae la cara de vergüenza señor Dr?
En cuanto a lo de sudar como un pollo yo también lo utilizo y me he preguntado de donde vendrá, pero no tengo ni idea. A ver si algún comentarista puede aclararnos algo.
Salud también para tí, Miquelet.

Bito dijo...

Dentro de dos días volverá allí con un resfriado de mil demonios.

Ese es su truco.

Maldita seguridad social.

Paqui dijo...

Vergonzoso lo que cuentas, poco les importa quela gente que está esperando pasen calor mientras ellos están bien.
Esto en un Centro de Salud, que salud es esa?, pero no solamente se da en estos centros, en más de una Administracción, es igual.
Acaso los españoles no pagamos impuestos o qué? que verguenza y desfachatez, el problema es que algunos no conocen esas palabras.
Un besazo

Anónimo dijo...

Cuando leí la entrada pensé lo mismo que Bito.
Es una estrategia, como la palabra crisis anda suelta por ahí, no quieren perder el trabajo, y se lo aseguran en la sala de espera.

Saludiños.

Valentina. dijo...

Bito.
Jo. Qué fácil sería si todos pudiéramos buscarnos así trabajo.
Salud más que nunca.

Paqui.
Lo ideal sería una temperatura razonable en todos los organismos públicos.
Venga a pagar impuestos y luego mira. Y encima una, en casa, no se lo puede permitir.
Besos.

Giane.
Cuanto tiempo!
Pues ojalá yo tuviera un truquito como ese.
Me alegró tu comentario.
Un besín.

Anónimo dijo...

Vuelvo a por aquí después de mucho tiempo sin poder hacerlo, y me encuentro con una entrada fantástica.
Me ha encantado la redacción, digna de los grandes escritores que tanto admiras y que a veces referencias aquí.

En cuanto a lo de "sudar como un pollo", tambien se suele decir "sudar como un cerdo" y... creo que ninguno de los dos suda.
Lo cierto es que esta expresión se refiere al proceso de licuado y expulsión de la grasa corporal cuando estos animales son cocinados.

Valentina. dijo...

Moisés.
Uf. Me alegro de que te guste la entrada, pero de ahí a hacer comparaciones...a años luz.
Gracias por tu aportación del origen de los sudores animalescos. Se la comunicaré también a Miquelet.
Me encantó verte de nuevo por aquí.
Un beso de los fuertes.

Juan Luis dijo...

Siempre ha habido clases. Los centros de salud son así para que se nos quiten las ganas de enfermar.

Saludos.