
Ahora nos rasgaremos las vestiduras al analizar, del derecho y del revés, los resultados del estudio realizado por la Confederación Nacional de Autoescuelas (CNAE), la aseguradora Zurich y el Instituto de Tráfico y Seguridad Vial de la Universidad de Valencia, en el que queda reflejado que tan sólo un 3,5 % de los conductores aprobarían un supuesto examen teórico de conducir, o lo que es lo mismo, que un 96,5 % suspenderíamos (desde ya me incluyo).
Empezaremos a decir que si los conductores no están preparados para ponerse al mando de su automóvil, que si somos unos irresponsables y un peligro público, que si deberíamos hacer una prueba de conocimientos cada equis años, e incluso alguien insinuará que no sería descabellado tener el manual para el carnet de conducir como libro de cabecera.
De hecho, el señor Luis Montoro, catedrático en seguridad vial y colaborador en el estudio, opina que los resultados son desoladores (obvio) y que es necesario una mayor formación (no mejor, si no mayor). También dice: “esto no se va a arreglar hasta que no tengamos conductores inteligentes” (no sé en que grado de desarrollo intelectual nos clasificará a los conductores actuales el señor Montoro: retrasados, nulos, semiinteligentes, tontos del haba…?) para acabar rematando con que apuesta por “una revisión de los conocimientos teóricos cuando se renueve el permiso de conducir”. Acabáramos!
Aunque los resultados son, cuando menos, llamativos, cuando más, escandalosos, no deberíamos dejarnos llevar por el alarmismo, el dramatismo o el miedo en el cuerpo yanqui que tanto nos va últimamente.
Sentido común, prudencia al volante y carreteras bien señalizadas y asfaltadas, me parecen mejores compañeros de viaje que conocimientos a bulto sobre la diferencia entre calle, carretera y travesía; permisos necesarios para conducir determinados vehículos; metros de distancia de seguridad en túneles y autovías, o velocidad máxima a la que circular en carreteras normales con un carril para cada sentido de circulación y arcén inferior a 1,50 metros.
Cada vez que circulo por la M30, 40 ó 50 intento dejar la distancia de seguridad. Para ser sincera desconozco cuántos metros son, pero dejo la que considero conveniente. Pues bien, cada vez que lo hago un listillo se mete entre mi coche y el anterior. De nuevo debo guardar la distancia de seguridad, esta vez entre el listillo y yo. Pues bien otra vez, llega otro listillo y ve, al instante, que ahí hay hueco para otro coche. Y vuelta a empezar.
La solución del problema no está en saber la cantidad de metros de distancia que debes dejar, si no en dejarlos.
Quitando el de las autovías, desconozco al dedillo (sí aproximadamente) los límites de velocidad de las distintas vías transitables, tengan, o no, doble o único sentido y arcén ancho o estrecho, pero todas están señalizadas y no excedo el límite de velocidad marcado en más de un 10 %.
La solución del problema no está en conocer, de pe a pa, la velocidad máxima a la que puedes circular en las distintas vías, si no en mirar las indicaciones y respetarlas.
Me temo que, una vez más, todo esto no inspirará a las mentes pensantes, a hacer el estudio del teórico más útil y adecuado a la conducción real, si no a rascarnos el bolsillo, con una prueba más, a la hora de la renovación del permiso, que añadir al ya famoso certificado médico, dónde, en una versión moderna del derecho de pernada, apoquinas 30 € por la firma de un facultativo que en cinco minutos de su valiosos tiempo (este sí que es oro) te pregunta si ves, oyes o tienes epilepsia y qué palito llegará antes a la línea del final.
Esto, sin duda, es más fácil que ponerse a pensar en una nueva metodología.
El porcentaje del estudio habla claro. No es posible que un 96,5 % de los conductores seamos tontos, tengamos poca retentiva o vaguitis neuronal, y menos cuando conducir es una cosa que hacemos a diario.
Más bien habría que pensar que los conceptos que se enseñan no son útiles. Que el librito de la autoescuela podía quedar reducido a la mitad si quitamos todo lo que en la práctica de la conducción no te sirve absolutamente para nada. Si quitamos todo lo que únicamente sirve para complicar el examen, hablemos claro.
Pero esto… interesa?