
Chocolate al loro pega un picotazo al periodismo en general, por el tratamiento informativo que se le está dando al accidente de la T4.
El periodismo de este país (no sé lo que pasará en otros) deja mucho que desear. Y lo que cotidianamente pasa por ser un mal menor, en casos como el que nos ocupa se convierte en algo sangrante.
Creo que hay una asignatura pendiente a la hora de cubrir la información de estas tragedias.
La decencia, la sensibilidad y un escrupuloso respeto a la dignidad de las víctimas y sus familiares debería primar ante cualquier afán informativo.
Bien al contrario nos encontramos ante un periodismo que todo lo convierte en circo y en asunto público. Y aunque parezca mentira, este tipo de noticias, tan terribles y delicadas son las que más se prestan a estos fines.
Necesito saber qué familiares de esa pobre mujer iban en el avión siniestrado? No.
Voy a estar mejor informada si me cuentan en que estado quedaron los cadáveres? No.
Tienen que aparecer en el salón de mi casa los sollozos de esas personas destrozadas? No.
Hay alguna razón por la que se les falte de esta manera al respeto y se salte a la torera por encima de su derecho a la intimidad?
No, no hay ninguna razón.
Al menos ninguna decente.
Ah… Señores. Pero… todo sea por la información, todo
por tenerle a usted bien informado, todo para que sea usted el primero en enterarse de las últimas noticias, sean cuales sean, dolor, lágrimas, sangre… qué más da.
Y eso sí. Los presentadores de los telediarios, de luto riguroso. Que queda muy propio, mire usted, en estos casos.
Aquí lo tendrá todo calentito, de primera mano, se lo contaremos, incluso, antes de que suceda. Y usted, tranquilo, no tendrá que hacer nada, bien sentadito en su sillón, viendo todos los detalles del siniestro. Morbo del bueno, en estado puro.
No se preocupe, que nosotros, con cara de pena, le pondremos el micro en las narices al primer familiar que pase por aquí para que deje, directamente para usted, un testimonio desgarrador.
Pues no, señores periodistas, no. Para mí no.
Desde el día del accidente, por la noche, no he vuelto a ver ni oír noticias, programas o especiales referentes a este asunto.
Sé todo lo que tengo que saber.
Que un avión se estrelló en la T4. y que han muerto 153 personas y miles de ilusiones.
Me produce náuseas ver cómo los periodistas han cogido la noticia y la están, desgarrando, desmenuzando, devorando… hasta que no quede nada.
Cámbiese periodistas por chacales y noticia por presa y la frase mantendrá todo su significado.
Jo, qué pena y qué rabia siento.