05 octubre 2008

Las edades del tiempo

En la medida en que vivimos, cambiamos. Es como si mudáramos la camisa. En este proceso, necesario para el crecimiento físico y personal, dejamos por el camino lo que ya no necesitamos junto con algunas piedras de colores que ya no podremos recuperar.

Si los cambios más evidentes, al menos desde el exterior, son los físicos, no menos trascendentes e irreparables son los de carácter personal. La forma de comprender el mundo que nos rodea cambia a medida que crecemos, maduramos y envejecemos.

Veamos, por ejemplo cómo cambia la percepción que tenemos del tiempo en las distintas etapas de nuestra vida.

Cuando eres niño el tiempo va de tu mano, siguiéndote los pasos, mientras se desliza lento y calmado.
Los días se componen de mañanas, tardes y noches. Y estas de horas. Las horas de minutos. Los minutos de segundos. Incluso los segundos son plenos y alargados, encontrándose repletos de risas, juegos, frustraciones, olores, estímulos, hambre, sorpresas, colores, rasponazos en las rodillas, besos, pinturas, meriendas, sueño, lágrimas, curiosidad, misterios… Segundos preñados de vida. Segundos que conforman minutos, y estos horas, y estas días con sus mañanas tardes y noches… así un día y otro y otro…
Las semanas, meses y años le vienen grandes al tiempo-niño. Se vuelve tan largo y lento que, prácticamente, pierde su cualidad de pasajero, esencia sin la cual no es nada y se diluye y estira a punto de dejar de existir.

Es el tiempo de la impaciencia y el ahora. El pasado y el futuro carecen de sentido.

Cuando maduras el tiempo te empuja. Siempre falta. Se hace escaso. Por lo general hay más cosas por hacer que tiempo para llevarlas a cabo. Es poco el que puedes emplear en cosas que te gusten. En esta etapa el tiempo se divide en trabajo, descanso, ocio, obligaciones, vacaciones, fin de semana, lunes martes…
En el tiempo-adulto las horas pasan a toda prisa, los minutos tan solo sirven para estar a punto de terminar algo o llegar tarde y los segundos son despreciados, pues no son prácticos ni tienen valor suficiente para ser productivos, por lo que acaban languideciendo vacíos y aburridos.

Es el tiempo de la prisa y el mañana. Si te descuidas, el futuro puede hacer que pierdas de vista el presente.

Por lo que me han contado, el tiempo de los viejos adquiere la capacidad de volar. Es ágil y huidizo como un pájaro. Has de estar muy atento para que no se te escape de las manos. Es tiempo para cuidarse y disfrutar. Tiempo de recoger frutos y saldar deudas, si alguna quedara pendiente. En el tiempo-viejo los segundos, minutos y horas pierden relevancia, quedándose pequeños y conformando medidas de tiempo mayores, reuniéndose hasta dar lugar a días, semanas, meses, años… Cuando quieres darte cuenta ya pasaron tres, diez, o veinte. El tiempo se va acumulando en los rostros de familiares y conocidos, y queda reflejado en las fotografías y en los espejos.

Es el tiempo de la paciencia. El futuro retrocede dejando vía libre al pasado y el presente.

Se ve que, a medida que nos hacemos mayores, tenemos la impresión de que el tiempo pasa cada vez más rápido, de tal forma, que si comparásemos esta percepción con un cronómetro en marcha, resultaría que el tiempo-niño estaría representado por las horas, el tiempo-adulto por los minutos y el tiempo-viejo por los segundos.

Sea niño, adulto o viejo, aprovechemos y disfrutemos nuestro tiempo!!

17 comentarios:

Vive Malabar dijo...

Tiempo...quien lo cogiera y manipulase a su gusto... ahora quiero que todo pase, pase rapidito... ahora que estoy muy agustito que no corra, que pasee, que se siente a reposar... Ayyy quien pudiera hacer esto con su tiempo...
El problema vendría cuando dos personas, comparten un mismo espacio, tiempo y actividad...uno quiere que corra, el otro que se detenga...

Anónimo dijo...

Fabulosa redacción.

Como en todo, nuestra percepción viene dada por el cerebro que absorbe la información de los sentidos y la procesa.

El cerebro es una máquina de aprender, absorber y procesar información.

Yo opino que como el cerebro está muy ocupado analizando las ingentes cantidades de información que absorbe en la infancia, su tiempo se alarga, porque trabaja constantemente. Su base de datos crece a velocidad de vértigo. Cada hora registra palabras, aromas, movimientos, sensaciones, sabores...
En fin, le cunde.
Como tiene tanto trabajo de divierte porque, como dije al principio, al cerebro le gusta empaparse de y organizar la información.

Sin embargo, a medida que nuestra base de datos es más extensa y nuestro proceso de cáculo y busqueda dentro de ella es más eficiente, la información nueva (importante) es menor y por tanto la satisfacción del cerebro es menor y se aburre. Por eso, nosotros no tenemos tiempo de disfrutar.

Si están bien educados, los niños disfrutan limpiando, recogiendo, estudiando (su trabajo). Saborean con gusto el sabor ácido y el amargo.
Nosotros, en cambio, estamos cansados del trabajo, de limpiar, de comer.

El ser humano es curioso, si no tiene rutina, tiene problemas físicos, se cansa, y eso afecta al cerebro. En cabio, si tiene rutinas, el cerebro se adormece y eso afecta al cuerpo, le duele aquí y alli...

Quizá lo mejor sea plantear una rutina de des-rutinización durante el tiempo libre en el que haya cosas nuevas que hacer casi permanentemente.

Anónimo dijo...

Mi hermana,(que también se llama Valentina), me contó hace un par de años,cuando ella tenía siete:

- Fuimos a ver una película en blanco y negro, era re antigua, parecía como del año 2000!!!

La peli era de Charles Chaplin.


Saludinhos.

Anónimo dijo...

Lo has contado de forma que he vuelto a ver mi primer regalo de cumpleaños.

Es cierto que el tiempo, como todo aumenta su valor cuando nos vamos dando cuenta de que no nos va durar siempre.

En el fondo es una verdad dura, pero lo has contado con una gran dulzura.

Gracias por enlazar mi blog

Homo Insanus dijo...

Del tiempo-niño, utilizando tus separaciones, echo mucho de menos la inmensidad de los veranos. El curso escolar era eterno, de acuerdo, ¡pero el verano también!. De junio a septiembre había toda una época en sí misma. Era una franja de vacaciones interminable. En cambio, ahora, un verano es un suspiro, nos encajamos en octubre en un ratillo de ná.

El tiempo-viejo no me corre prisa en vivirlo y tantearlo; sé por observar y oír a mis familiares mayores que se pasa volando, mientras recuerdas pasajes del pasado con gran claridad. No parece la gran fiesta, no.

Saludos.

Valentina. dijo...

Vive malabar.
Ya que no podemos dominar el tiempo, al menos, intentemos no echarlo a perder.

Un beso.

Ayer me dio por...
Gracias. Encantada de que te haya gustado.

Curioso eso de la rutina de desrutinización (tuve que mirar tu comentario un par de veces para ser capaz de escribirlo)

En resumen, que estamos aburridos perdidos, no?

Beso y suerte con el blog.

Giane.
Deliciosa anécdota y muy significativa.
Gracias por compartirla con nosotros.

un besín.

Markos.
Un viaje en el tiempo, no?.

Creo que tan importante es apreciarlo como no dejar que pase inútilmente.

Nada que agradecer. Un placer.

Salud.

Homo insanus.
Cierto. Yo también los recuerdo así. Eternos. Faltaba un mundo para que volvieran a empezar las clases.

También recuerdo larguíiiisimos los domingos. Desde que te levantabas hasta que volvías a acostarte pasaban mil cosas, y a veces dos mil.

En cuanto al tiempo-viejo... mejor no adelantar acontecimientos, no crees?

Un beso.

Laura dijo...

Me encantó tu post. Y estoy totalmente de acuerdo en que hay que aprovechar el tiempo al máximo.
Besos.

Di dijo...

Tienes toda la razón, lo mejor es "carpediem" si nos llega la hora que sea con todo lo que queríamos hacer hecho!

Valentina. dijo...

Laura.
Gracias. Me alegro de que te gustara.

Creo que es la única manera de vivir plenamente.

Un beso.

Di.
Y con la conciencia tranquila, por favor!

Besos.

supersalvajuan dijo...

El tiempo, siempre fastidiando.

miquelet dijo...

Tienes toda la razón. Cuando era niño, desde los 4 años, cuando apenas sabía leer y los 14 años había pasado una vida, un fuerte desarrollo. Habías evolucionado física y psíquicamente de una manera brutal. Ahora, diez años no son nada. Recuerdas como si fuera ayer las cosas que sucedieron hace un decenio. Y físicamente hemos cambiado muy poco.
Cosas del tiempo.

Salud.

Arrítmica dijo...

El tiempo es tan relativo...
Y certeras tus palabras!!

Valentina. dijo...

Supersalvajuan.
Tic tac, tic tac, tic tac.

Miquelet.
Lo curioso es que visto día a día no pasa tan rápido, pero al recordarlo en conjunto, por ej. diez años atrás, se ve ahí, al lado, y da la impresión de que pasaron en un vuelo.

Besos

Arrítmica.
El tiempo, como medida, es lo más frío y estático que hay. Un segundo tras otro, sin pausa, ni prisa. Pero, al pasarlo por el tamiz de nuestro cerebro se transforma en algo relativo y mutable.

Un beso.

Anónimo dijo...

La niñez es tiempo de ilusión, la vejez no lo es tanto.

Saludos.

Valentina. dijo...

Cierto.
La vida te va curtiendo y la capacidad de ilusionarte disminuye.
Pero...Intentemos mantener una lamparilla encendida.

Saludos.

Juan Luis dijo...

¡Uf! Qué me vas a contar a mí. Si tuviera tiempo me comería el mundo. Muy acertado todo tu posts. Esas tardes de la niñez que parecían eternas y llenas de emociones....

Saludos.

Y perdona que no tenga el tiempo suficiente para visitarte tanto como me gustaría y mereces.

Valentina. dijo...

No te preocupes. Lo comprendo perfectamente. Y además no acostumbro a pasar lista.

Siempre eres bien recibido

Me dio un alegrón verte.

Un beso.